100% ecologicos

sábado, 16 de enero de 2010


A veces pienso en nuestros ancestros y veo en lo que somos ahora.... ¿que hemos hecho con nuestra casa? nuestros habitaculo a quedado reducido a ruinas, en gritos de agonia de una creacion que no tiene voz pero que nos mira entre lagrimas.... ¿que hemos hecho tan mal? ¿que grave pecado han cometido estas creaturas para merecer tan pobre destino? mientras el ser humano, aniquilador y destructor de toda flor de vida, no satisfecho con auto-destruirse ha volcado su furor contra la mas noble de  forma de vida; contra la hermandad de la naturaleza, contra la existencia de lo simple y bello, contra una flor hermosa en en dilatado rocio, contra una ave de alas rotas que solo clama por misericordia, contra la tierra que nos vio crecer recogio nuestras lagrimas y luego hizo un altar con ellas por cada flor silvestre, contra el mar y los rios que nos dan de beber, contra el mismo cielo que nos lleva su aire para no morir sofocados de calor, sed y axfisia. mientras solo amor, paz y abundancia recibimos de la mirada y las manos de la creacion ¿que le ofrecemos a ella? ¿donde podremos meter la cabeza para esconder nuestra DESVERGUENZA?

pero..... aun estamos a tiempo. la naturaleza gime, agoniza, llora del dolor, pero.... aun no ha muerto!!!! vamos, una mano, sobre la otra, y si se le une otra, ya no sera una sola. desde donde te encuentres puedes hacer la diferencia. unete al cambio por un futuro en donde todos podamos vivir en armonia. acompañame en esta aventura, juntos podemos ir construyendo un mejor habitacula en este mundo.

Poema Madre Naturaleza de Manuel Gutierrez Najera


Madre, madre, cansado y soñoliento
quiero pronto volver a tu regazo;
besar tu seno, respirar tu aliento
y sentir la indolencia de tu abrazo.
Tú no cambias, ni mudas, ni envejeces;
en ti se encuentra la virtud perdida,
y tentadora y joven apareces
en las grandes tristezas de la vida.
Con ansia inmensa que mi ser consume
quiero apoyar las sienes en tu pecho,
tal como el niño que la nieve entume
busca el calor de su mullido lecho.
!Aire! ¡más luz, una planicie verde
y un horizonte azul que la limite,
sombra para llorar cuando recuerde,
cielo para creer cuando medite!
Abre, por fin, hospedadora muda,
tus vastas y tranquilas soledades,
y deja que mi espíritu sacuda
el tedio abrumador de las ciudades.
No más continuo batallar: ya brota
sangre humeante de mi abierta herida,
y quedo inerme, con la espada rota,
en la terrible lucha por la vida.
¡Acude madre, y antes que perezca
y bajo el peso, del dolor sucumba;
o abre tus senos, y que el musgo crezca
sobre la humilde tierra de mi tumba!

No hay comentarios: